Big Bang Boulevard

Vidriera, semillero, hoguera de vanidades, ring y caja de Pandora, el concurso La Plata Rock '91 fue la concreción del plan ambicioso e imperfecto con que un grupo de literales trasnochados buscó -y en buena medida logró- poner a la movida platense a orbitar en la galaxia del rock nacional. Fue la primera vez en que el under local, inspirado por sus incipientes próceres -Federico Moura, Skay Beilinson, los cofrades setentistas-, estiró el brazo hacia la sortija y mostró de lo que era capaz. Fue hace exactamente veinte años, y algunos de los ecos aún resuenan: Estelares y Peligrosos Gorriones, por citar a quienes más trascendieron en el ámbito nacional, redactaron entonces sus partidas de nacimiento.

El lugar de encuentro no podía ser mejor -y no podía ser otro, dada la escasez franciscana de escenarios para las bandas independientes-: el Boulevard del Sol, recinto entrañable, magnético y algo siniestro, como todos los refugios nocturnos que amojonan la historia rockera. Cuarenta y cinco bandas desfilaron por la casona de 53 entre 1 y 2, por entonces un centro cultural donde se daban cita habitualmente músicos, diseñadores, artistas plásticos y dilettantes de todo orden. Fue Rocambole, en charlas con el propietario del lugar, Marcelo Mamblona, quien puso el primer ladrillo para construir el evento. Mamblona explicaría luego que "quisimos hacer algo nuevo, que fuera espacio de expresión para todo tipo de público... Y realmente nos asombró la trascendencia que llegó a tener". Ellos dos, junto con Marcelo Montolivo, Sergio Pujol, Puky Martínez, Sergio "Mufercho" Martínez y Oscar Jalil integraron el jurado del "primer concurso que se dignó a tomar en cuenta al under de la ciudad" (Jalil dixit).

Su grilla completa, que se desplegó a razón de tres bandas por noche con el sonido de Andrés Irigoyen en el escenario "de verano" del bar, montado en el patio de espaldas a calle 54, incluyó a Movimiento Extraño, Batán, 30 Monedas, Cabeza de Cabra, Orbita, Caballo Loco, Bar 39, A Media Asta, Señor Valdemar, Kabracán, Espektro, Leviathán, El Grito, Flores Subterráneas, Falso Primer Ministro, Starlet, El Ojo del Zar, Dintona Rumori, Los Roncos, Topografía Difusa, Mister América, Geizer 93, Furia, Séptimo Rayo, Excalibur, Pantera Negra, Acción 48, Kobalto, Las Piernas, Cru2, Alambique Veloz, Hermanos Makana, Sabrosos Machitos, Berbalangs, La Línea, Los Peregrinos, Rompecorazones, La Pelada, Peligrosos Gorriones, Víctimas del Baile, Mudo Huxley, Agresor, Logia Lautaro, Era y Fibra.

El esperado desenlace tuvo lugar un sábado, en un Teatro Lozano en el que cabía un alfiler pero no un grado más de temperatura. Los carismáticos metaleros de Pantera Negra iniciaron a las 21 la ronda de finalistas, seguidos por los Hermanos Makana, Mister América, Los Peregrinos y Peligrosos Gorriones. El jurado discutió, la gente aclamó a sus favoritos. Indefectiblemente, el resultado fue polémico, a pesar de que los fallos intentaron ser salomónicos: premio mayor ("mejor banda") para Los Peregrinos.

El cuarteto integrado por Manuel Moretti, Víctor Bertamoni, Luciano y Federico Mutinelli, que meses después se convertiría en Estelares, se llevó 800 pesos con su talante cancionero y sentimental -de esos días datan "Cristal" y "Las luces del sueño", editadas en su último disco-. Peligrosos Gorriones fueron los autores del "mejor tema", con "Un ardiente beso". El galardón a la "mejor puesta en escena" fue compartido por Mister América, a partir del incansable y camaleónico despliegue de Gustavo Astarita, y los sub-19 Falso Primer Ministro, que llenaron de reflectores el tablado del Boulevard y casi perecen electrocutados bajo una tempestad tropical; el voto popular determinó que el "mejor arreglo instrumental" correspondió al tema "Annly", de Séptimo Rayo, y la "Negra" Tula, cantante de los Sabrosos Machitos, resultó la "mejor instrumentista o cantante".

En el clima de happening creativo que era signo de esos tiempos se encuadraron las performances del colectivo Topografía Difusa, las imprevisibles catarsis de Flores Subterráneas, los experimentos estéticos de Dintona Rumori y el trío tecno Víctimas del Baile, muchas veces enfrentando públicos hostiles. Un alto porcentaje de los músicos de festival repartía sus intereses sonoros en más de una formación; ninguno de los cuatro Peligrosos Gorriones, por ejemplo, lo era full-time en 1991 (Francisco Bochatón y Martín Karakachoff tocaban en Mister América batería y teclados, Rocky Velázquez la batería en 40 Escalones, Guillermo Coda la guitarra en Bar 39).

La Plata Rock fue en cierta forma el canto de cisne del "Bule", que no duró mucho más: apenas lo suficiente para que Babasónicos presentara "Pasto", se estrenaran los locales Gregorio Samsa (con Adrián "Toto" Nievas, Germán Novarini, Andrés Sparti y Lionel Rotbart), pasara Leo García al frente de Avant Press y Pachuco Cadáver (Pettinato/Piccolini) ofreciera un show indescifrable y memorable. Los escenarios de El Bar, Tinto A-Go-Go y Coronado tomarían pronto la posta.

Francisco Lagomarsino.

TIEMPOS DE CAMBIO

En ese caluroso diciembre de 1991, a Santiago "Chango" Barrionuevo le faltaba una década larga para fundar El Mató a un Policía Motorizado, y con diez años y medio desandaba una y otra vez, oteando el horizonte suburbano, las calles oblicuas de Barrio Jardín; Ramiro García Morete tenía sólo nueve, y seguramente una literal orquesta de juguetes; el preadolescente Luciano "Chino" Angeleri, por su parte, comenzaba a vivir la década que marcaría como ninguna sus rabiosas letras para Don Lunfardo. En cambio, Julio César Alak, con 33, iniciaba el martes 10 su múltiple intendencia a la sombra de las ya menguantes patillas del presidente riojano; y el plan "de Convertibilidad" (diez mil australes=un peso=un dólar) tomaba el biberón, con sólo ocho meses.

El aluvión de importaciones en cada rubro posible de una época desmesurada no sólo fundió fábricas y devoró empleos; también arrastró discos y bandas imprescindibles a los oídos-esponja platenses: Nirvana, Orbital, Red Hot Chili Peppers, Jane's Addiction, Pixies, Primal Scream, 808 State, My Bloody Valentine, Massive Attack, Guns 'N' Roses, The Jesus & Mary Chain, se mezclaron en la coctelera con la herencia de Virus y la pulsión experimental de no pocos músicos, actores, artistas plásticos y diseñadores.

F.L.

FOJA DE SERVICIOS

De las 45 bandas del concurso, sólo una -Falso Primer Ministro- siguió tocando y grabando con el mismo nombre y a intervalos regulares. Peregrinos mutó en Estelares. Mister América se despidió, tras enhebrar una impecable discografía; pero como Pichuco, siempre está volviendo en diferentes encarnaciones. Peligrosos Gorriones también protagonizó, el año pasado, un bienvenido retorno. Y La Pelada amaga con hacer lo propio.

Las demás se disolvieron pero, se sabe, nada se pierde y todo se transforma. Ejemplos sobran: Kubilai Medina, entonces en Hermanos Makana, es el actual cantante de Mostruo!; Ramiro Sagasti, el otro vocalista Makana, encabeza Pérez; Pali Silvera, bajista de Bar 39, toca en Estelares y es un interesante cantautor; Rudie Martínez, veinte años atrás tecladista y cantante de Víctimas del Baile, es líder de Adicta. Javier "Milanesa" Beresiarte pasó de Dintona a Las Canoplas y hoy es El Milano; Alfredo Calvelo, guitarrista de Víctimas del Baile, comanda los estudios Hollywood y grabó o produjo decenas de discos claves para el canon local; Augusto Pérez Guarnieri, entonces baterista de Géizer 93, es hoy co-propietario de un centro de estudios musicales e investigador rítmico reconocido por su labor con aborígenes americanos; los hermanos Mutinelli, base rítmica de Peregrinos, repiten en Mostruo!; Roberto "Cabe" Mallo, en el '91, frontman de Topografía Difusa, es director del Match de Improvisación Teatral.

F.L.