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Explotación sexual en la Ciudad: la oscura trama de un negocio siniestro

En lo que va del año, en La Plata allanaron unos 40 prostíbulos, rescataron a 330 mujeres y detuvieron a 42 personas

26 de Noviembre de 2013 | 00:00
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Explotación sexual en la Ciudad: la oscura trama de un negocio siniestro

Las cifras del flagelo tras la nueva Ley de TrataNo todos los días a una chica como ella -19 años, soltera, sin trabajo y con un hijo- le ofrecen un futuro. A fines del año pasado, en una “capilla rara” de una populosa ciudad de Paraguay, a R.S le dijeron que podía tener uno. El suyo se parecía muy poco al que había soñado de adolescente, pero sola y atormentada por la vida que se le venía encima, se dejó entusiasmar por esa oferta ladina. Para ella, le dijeron, el futuro era esto: un trabajo como niñera, cuidando de sol a sombra a dos nenes, en la casa de sus empleadores, a miles de kilómetros de su tierra, en la Argentina. Tendría comida y cama adentro, y le pagarían dos mil pesos al mes. De la propuesta había dos aspectos que la animaban: “Me aceptaban con mi hijo y, si me quedaba, me iban a aumentar”.

Entonces no supo que, en realidad, le estaban ofreciendo las coordenadas de un infierno: días después, cayó en manos de explotadores que planeaban forzarla a ejercer la prostitución.

El lado más oscuro de la historia personal de R.S -son las iniciales de fantasía que figuran en un expediente judicial; su nombre real se mantiene en reserva- empieza allí donde nace el drama de cada una de las chicas raptadas por las redes dedicadas al tráfico sexual. Comienza en la vulnerabilidad. Y sigue en el engaño, en las falsas promesas. Es que los captadores buscan siempre víctimas que atraviesen una situación de fragilidad; “puede ser un momento económico, familiar o afectivo desfavorable. Y esa circunstancia la aprovechan, ya sea para convencerlas, engañarlas o secuestrarlas”, explica el fiscal Fernando Cartasegna, quien investiga la trama de la explotación sexual y la red de prostíbulos en La Plata.

El funcionario encabeza un equipo de investigadores que en lo que va del año allanó cerca de 40 burdeles, rescató a 300 mujeres que eran explotadas sexualmente y liberó a otras 30 víctimas de trata de personas. De esa forma, desmontó parte de un circuito de sexo y explotación, en el que la Ciudad está identificada como punto de tránsito y como uno de los principales destinos de esas tenebrosas redes de comercio sexual.

Muchos otros prostíbulos, explican los especialistas, cerraron solos, ante el endurecimiento de las penas. Fue tras la promulgación de la nueva ley de Trata de Personas, luego del paradigmático caso de Marita Verón en la provincia de Tucumán, que entró en vigor este año.

Hoy, por ejemplo, un acusado por “promoción, facilitación y explotación de la prostitución ajena” puede ser condenado a penas que van de los 4 a los 6 años de prisión. Y para los casos de trata -por ejemplo si la víctima es menor de edad- pueden llegar a recibir hasta 15 años de cárcel.

La trata de personas va mucho más allá que la explotación económica del sexo. En la Argentina, si las mujeres son mayores de edad, el Estado no reprime la práctica de la prostitución, pero sí condena al tercer actor de ese vínculo, o sea, al proxeneta que explota a una mujer para quedarse con el dinero que ella produce mediante esa actividad.

El tráfico ilegal de personas con fines de explotación sexual está construido en base a categorías todavía más macabras: en la trata, las víctimas son reducidas a la servidumbre, esclavizadas, sometidas y despojadas de todo el vigor de su personalidad.

En La Plata es más común encontrar explotación sexual que trata, aunque son palpables ambas dimensiones. Para la Justicia hoy no es relevante el consentimiento de las víctimas: se castiga con una pena que no admite condena en suspenso al que favorezca, promueva o explote la prostitución ajena. O sea, con o sin consentimiento, hay trata o explotación.

EL RECLUTAMIENTO

Fue a fines del año pasado. Por entonces R.S no lo sabía, pero sus captores planeaban traerla a un prostíbulo de la Región, un mundo al que su cuerpo no pertenecía. “Yo nunca ejercí la prostitución, nunca fui a un boliche de esos y no sé lo que es hacer copas”, declararía luego, en un expediente judicial.

La trajeron en un auto. A otras les pagan el pasaje de colectivo y después se lo cobran con parte del trabajo que les obligan a hacer. En el peor de los casos, directamente las secuestran.

El 95 por ciento de las chicas que las redes de trata traen a La Plata provienen de Paraguay, aunque también hay víctimas de Colombia y otros países sudamericanos. Esa cifra disiente con los índices a escala nacional, donde el número de chicas paraguayas ronda el 35% y hay cerca de un 51% de argentinas que son víctimas del tráfico interprovincial.

La mayoría tiene entre 18 y 35 años. Hay también menores de edad -este año se rescató a 10 en la Región- aunque para los tratantes siempre supone un riesgo mayor.

A nivel nacional, un relevamiento realizado en 2012 por la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y Trata de Personas (UFASE) mostró que alrededor del 27% de las víctimas son menores de edad.

Todas ellas cayeron en manos de aceitados circuitos de captación. “Puede ser una pequeña red de tres personas. Por ejemplo, está el que la convence en el origen, el que la acompaña en el traslado y el que la recibe en el prostíbulo y la explota”, cuenta Cartasegna. Todos cobran como si estuvieran vendiendo “un producto”. Los criterios por los que se paga están bien definidos: una víctima “vale” según la edad, la apariencia, los gastos generados y si tuvieron que invertir, o no, para captarla.

“También hay redes más coordinadas y organizadas -asegura el fiscal- que incluyen suministro de drogas, camionetas para traslado y, a veces, hasta lugares de tránsito”.

EL “ABLANDE”

A R.S la dejaron, junto a su hijo, en una propiedad en la que vivía una mujer que decía “vender cosméticos”, junto a su marido y un niño. “Nunca vi los libritos esos de cosméticos en la casa”, relató la chica a los investigadores. Lo que sí encontró fueron “unas anotaciones donde estaban los nombres de las chicas (explotadas) y números”.

Por entonces, R.S tampoco sabía esto: la estaban preparando para lo que se conoce como “el ablande”. Los expertos señalan que para “ablandar” a las víctimas se usan distintas técnicas. En la llamada “trata blanda” todo comienza con una promesa. Después, “las van obligando de a poco, hasta prostituirlas. Se utiliza mucho la amenaza de hacerle algo a su familia en su lugar de origen”, explica Cartasegna. Este es el método más frecuente en La Plata y también a nivel nacional.

Las técnicas de “trata dura” son terroríficas: a la joven víctima la violan sucesivamente desde su lugar de procedencia hasta que llega a destino. Así, la aniquilan física y psíquicamente, para dominarla y volverla dócil.

Años atrás, en el oscuro mundo de la prostitución local, a la ruta 36 se la conocía como “la ruta del ablande”. Los cabarés que funcionaban a la vera de ese camino solían ser el primer destino de las chicas que llegaban a La Plata. En esos sombríos tugurios, a veces habilitados bajo la fachada de locales o pubs, las hacían trabajar tres meses en condiciones extremas, para quebrar su resistencia.

En el país -de acuerdo al relevamiento de UFASE-, este tipo de explotación fue detectada, en un 74% por ciento de los casos, en locales habilitados como pools, whiskerías o pubs y cerca de un 22% en privados.

Durante los días previos al “ablande”, R.S no vio nunca el sol. Ni siquiera sabía qué día era, porque jamás salió a la calle. “Siempre me encerraban en el dormitorio y ella (por la dueña de la casa) se quedaba con las llaves. Las ventanas estaban todas cerradas, clausuradas con una madera”, declararía.

Jamás le dijeron lo que pensaban hacer con ella. R.S igual sospechó. Escuchaba ruidos en la propiedad contigua. Puertas que se abrían y cerraban todo el tiempo; gemidos. Y tuvo miedo. Mucho. “Me sentía como secuestrada”, dijo. Es que una vez que se desata, el calvario puede volverse eterno: a las chicas generalmente las explotan “durante toda su vida útil”, es decir, mientras el cliente las acepte o las elija.

“Salvo que intervenga la Justicia, nunca las dejan voluntariamente”, explica Cartasegna.

Ese cautiverio siempre se atraviesa en condiciones de hacinamiento. Las víctimas están obligadas a trabajar y a dormir “a cama caliente”; la sórdida maquinaria nunca debe detener su marcha: se levanta una joven y se acuesta la otra. En minúsculas habitaciones llenas de humedad y pintura desgajada de las paredes, las chicas se acuestan, en general, sobre flacos colchones en camas de cemento.

UN NEGOCIO FERTIL

En el mundo, la trata de personas es el tercer negocio clandestino más rentable, detrás del tráfico de armas y la venta de drogas ilegales.

Los proxenetas “nunca van a reconocer la ganancia” que deja este negocio, afirman los expertos. En el caso de la explotación sexual local, donde los dueños del prostíbulo le retienen el 50% del pase a las mujeres, es posible hacer un estimado de la ganancia en base al número de clientes que atienden por día. “Si trabajan 12 horas como mínimo y se calcula a unos 200 pesos el pase, se puede hablar de unos 2400 pesos por chica, por día”, estimó un investigador.

Es cierto que hay múltiples variables a considerar. “Hay que pensar -explicó- que las otras 12 horas las puede cubrir otro grupo de chicas. Si son diez mujeres en un prostíbulo, casi se podría decir que el proxeneta puede llegar a ganar hasta unos 20.000 pesos por día”, calculó. Todo esto sin sumar los plus que se cobran, por ejemplo, por no usar preservativos.

Obviamente, esos cálculos se realizan sobre una jornada en la que el negocio funcionó sin interrupciones. Sin embargo, “así sean cuatro chicas, hagan pocos pases -cuatro cada una por día- y trabajen pocos días, se obtiene unos 32.000 pesos al mes. Si se descuenta unos 10.000 de gastos, el proxeneta sigue ganando, sin hacer nada, 22.000 pesos”, estimó el mismo investigador. Y todo eso, sin generar demasiado movimiento en torno al prostíbulo.

Este comercio clandestino es también fértil porque son contados los gastos fijos y baja la inversión. Alquiler, luz, teléfono y gas; la ropa de cama y blanquería -afirman los especialistas-, “no se renueva”, de limpieza se gasta lo mínimo y, por si fuera poco, ropa y comida se le descuenta a las propias chicas.

No hay estimación oficial sobre la cantidad actual de mujeres explotadas: se calcula que un mínimo de cuatro por cada prostíbulo. Esas mismas cuentas indican que, antes que se promulgara la nueva normativa, en La Plata funcionaba, en promedio, un prostíbulo cada tres cuadras.

En vista panorámica, el mapa de distribución de los prostíbulos en nuestra Región (y en el país) muestra que, por lo general, se instalan en cercanías de las terminales de transporte y rutas. En el primer caso, porque es frecuente que los clientes sean “gente que viaja” y porque si a las chicas se las trae de otro lugar, es rápido el traslado y el alojamiento. Similares ventajas se encuentran en las zonas de ruta, con el agregado estar más ocultos, por su alejamiento del casco urbano.

LA “MERCANCIA”

A la mujer explotada se la trata como esclava. Tiene que estar a disposición del regente todo el tiempo (y días) que este le diga, siempre vestida con poca ropa. Debe comer poco y tomar algunas anfetaminas. “Hasta se las exhibe en grupo o se las hace pasar de a una y el cliente elige. Es como si eligieran un producto para comprar. Se las obliga a sonreír y a estar con cualquier cliente. No importa la edad, si están drogados o borrachos, ni sus condiciones de higiene”, dicen los especialistas. No importa nada. Sólo el dinero.

Hay casos en que los explotadores eligen una chica y la tienen como “novia”; incluso, “le dan privilegios por sobre las otras chicas. Por ella -explica Cartasegna- sabe todo lo que hablan las mujeres y si se quejan o se comunican con alguien para irse”.

Al allanar prostíbulos en La Plata se han encontrado papeles con reglas en las que se dice lo que pueden y lo que no pueden hacer. De lo primero, casi nada: “salvo tomar tereré entre pase y pase o comer algo”.

Esa realidad, a los consumidores de esta forma de prostitución, parece no importarles. “Sólo quieren usar a la mujer y nunca la ayudan. Hay casos en que le avisan a la regente que la captada les ha pedido auxilio”, cuenta Cartasegna.

Imaginen la desesperación de una menor extranjera que, en 12 y 48, una vez le pidió ayuda a más de treinta clientes: ninguno hizo la denuncia.

Por ahora, en el proceso judicial, los clientes sólo declaran como testigos. Sin embargo, hay dos proyectos en marcha: uno para penalizar a los consumidores de trata y otro para sancionar a los de explotación.

En lo que va del año, en La Plata se detuvo a unas 40 personas por delitos vinculados a la explotación sexual. De ellos, 12 aún siguen tras la rejas. Antes habitualmente recuperaban la libertad tras pagar una multa. Ahora pueden ser condenados a prisión efectiva.

EL ENCIERRO

-Ya está lista.

Le escuchó decir R.S a un amigo de la dueña de la casa en donde la tenían cautiva, mientras lavaba los platos. A la mañana siguiente “iban a llevarla a trabajar al prostíbulo por primera vez”, contó un investigador. Ese día -declaró R.S en el expediente- le dijo a sus captores que se tenía que ir “de urgencia” e intentó escapar junto a su hijo, pero se lo impidieron. “Empezaron a gritarme que así no me iba a ir”.

Habitualmente, para evitar que las víctimas escapen, se las amenaza con tomar represalias, ya sea contra ella o contra su familia en el lugar de origen. Las chicas siempre desconocen el sitio donde se encuentran. A R.S también le ocurrió. Un día que la dejaron sola en la casa logró conectar el teléfono y llamar a su familia. “Quería que me vayan a buscar, porque estaba asustada por el nene y por mí (...) pero no sabía bien adonde estaba”, relató a los investigadores.

Este mundo subterráneo suele estar controlado por “oscuros personajes”, aunque en los últimos años la explotación sexual en la Ciudad conoció caras nuevas. En este negocio ilegal han incursionado desde antiguos policías o barrabravas hasta comerciantes y estudiantes. “Muchos no sólo viven de esto. Tienen sus profesiones. Se ha procesado a médicos, arquitectos, empleados y funcionarios”, explicaron a EL DIA. Hay proxenetas que concentran varios prostíbulos. Sin embargo, al llegar un allanamiento, en general “el que está en el lugar es el regente”, función que, paradójicamente, cada vez ocupan más mujeres. En el país, cerca de un 43% de los imputados por este tipo de delitos son mujeres.

Esta actividad clandestina no sería posible sino contara con formas de complicidad pública y, según afirma el relevamiento de UFASE, desde “sectores que deberían prevenir y perseguir el delito”. El año pasado, por ejemplo, estalló el denominado “prosti-gate”, en el que un comisario fue detenido acusado de “apadrinar” un cabaré en la localidad de Arana. El prostíbulo funcionaba a 70 metros de un Destacamento Policial y, según las presunciones que motivaron la apertura de una causa, habría sido el jefe de la seccional el que pasaba personalmente a cobrar la coima, a cambio de permitir su funcionamiento.

Ese tipo de complicidades son prácticas endémicas sobre las que se sustenta la explotación sexual. Por eso, policías y funcionarios que sean cómplices de la explotación de la prostitución ajena podrían enfrentar penas que van de los 5 a los 10 años de prisión.

EL RESCATE

El día en que R.S intentó escapar de ese infierno y sus captores se lo impidieron, la joven creyó que su destino estaba sellado. Sin embargo, ese mismo día un grupo de policías -siguiendo directivas judiciales- rompió la puerta de la casa donde la tenían encerrada y liberó a ella y a su hijo. Era el fin de una pesadilla que -en su caso- duró seis días pero pudo haberse extendido por años. Por horas, no llegaron a prostituirla. “Sé lo que es la trata de personas (...) pero pensé que no me podía pasar a mí. Me fueron llevando y no me di cuenta hasta que no me dejaban salir y escuché que ya estaba lista”, aseguró.

R.S fue atendida a través de los múltiples mecanismos para la reinserción social de las víctimas que están previstos en la ley 26.482 y en los Protocolos de Trata de Personas. Y hoy está en su país.

En los casos de explotación, Cartasegna señaló que las mujeres “en varias oportunidades son captadas nuevamente”, aunque cada vez ese porcentaje es menor, debido a que es probable que el sospechoso enfrente un juicio o esté siendo buscado por la Justicia.

¿Qué ocurre con los locales? Antes era frecuente que, una vez clausurados, muchos prostíbulos reabrieran sus puertas tiempo después. Habitualmente, si el proxeneta no era detenido “ponía otro regente” y regresaba al negocio. Tras el endurecimiento de las penas, esa práctica es menos común. Y también se investiga a la inmobiliaria que alquila el local.

Para eludir la mira judicial, los proxenetas desarrollan nuevas modalidades. Se transforman constantemente. “Cambian los horarios, los días y hasta se comunican entre ellos durante los allanamientos y cierran todos rápidamente. También intentan que las víctimas mantengan con ellos un pacto de silencio y aprendan un libreto que deben repetir en el allanamiento”, asegura el fiscal.

Esa falsa coraza se destruye por sí sola al hurgar en el pasado. Es que al principio, las jóvenes rescatadas de la explotación sexual se plantan y dicen que lo hacen porque quieren. Pero al poco tiempo se quiebran y atestiguan relatos de desesperación y vulnerabilidad. En esas historias, la propia voluntad es “una rara avis”.

La historia personal del rescate de R.S cobra su máxima potencia cuando es capaz de iniciar una reflexión generalizadora, cuando obliga a pensar en el destino de otras miles de chicas que cayeron en el abismo de la trata de personas y la explotación sexual. Abismo del que muchas, aún hoy, no logran salir.


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