Horacio Bozzano

Falleció, a los 81 años, Horacio Bozzano, abogado con una reconocida actuación en La Plata y en otras ciudades de la Provincia y apasionado hombre de campo. Por su personalidad, en la que se combinaron un carácter afable, una actitud de generosa incondicionalidad y un singular don para establecer relaciones, ”Moño”, como lo llamaban en sus círculos más estrechos, supo ganarse el afecto de quienes tuvieron la fortuna de conocerlo.

Horacio Luis Bozzano había nacido en esta ciudad, el 2 de noviembre de 1931 y fue el segundo hijo del abogado y farmacéutico José Felipe Bozzano, y Elvira Enrich. Tuvo dos hermanas, “Moña” y Mora.

Toda su formación estuvo ligada a la Universidad Nacional de La Plata, institución por la que sentía un especial apego. Los estudios primarios los completó en la Escuela Anexa, los secundarios en el Colegio Nacional y el título superior lo obtuvo en la facultad de Derecho.

Especializado en Familia, ejerció la abogacía desde varios estudios, pues trabajó en nuestra ciudad, en Avellaneda, Lanús y Magdalena. En ese último distrito fue, durante algunos años, juez de Paz. Administró, además, con gran solvencia y durante muchos años, la galería Rivadavia.

Además de la inclinación hacia el estudio de las leyes, heredó de su multifacético padre (que también se dedicó a la atención de varias chacras) su afición por la vida rural. Tuvo una propiedad agropecuaria en Punta Indio y por sus lazos con la actividad fue un apreciado colaborador en la Sociedad Rural de Magdalena.

Bozzano fue un hombre de bien, íntegro, que daba continuas muestras de nobleza, atributos que lo convirtieron en un ejemplo a seguir entre los suyos. Expansivo, alegre y de excelente humor, se caracterizó por poseer un particular sentido de la oportunidad para hacer un chiste o decir una broma. Solía ser, por ese motivo, centro de la atención en las reuniones familiares o sociales de las que participara.

Cosechó amigos en cada etapa de su existencia y mantuvo, incluso, a muchos de ellos, como a sus compañeros de la Anexa o del Colegio Nacional, hasta sus últimos días.

Hincha fervoroso de Gimnasia expresaba un profundo orgullo por pertenecer, como socio, a la entidad albiazul, y era habitual encontrarlo, durante los encuentros de fútbol, en la cancha del Bosque.

Lo atraían los mapas y la geografía y disfrutaba largas horas interiorizándose sobre la historia y la cultura de los distintos lugares del mundo. De ahí que viajar era uno de sus pasatiempos favoritos, lo que concretó en más de una ocasión.

Casado con Lili Cangiani, su compañera a lo largo de varias décadas, construyó una familia de sólidos vínculos. Tuvo dos hijos: Horacio Rodolfo, geógrafo, docente de la UNLP e investigador del Conicet; y María Amalia, artista plástica y profesora universitaria. Los nietos, Francisco, Julia, Lucía y Carla, constituyeron una de las más grandes dichas que pudo darle la vida.