Las nuevas formas de “levante”, de la mano del celular

LA APLICACIÓN CAMBIÓ LA FORMA DE CONQUISTAR PARA MUCHOS: AHORA SE HACE DESDE EL CELULAR

Por PATRICIA SERRANO

Acabo de abrirme un perfil en Tinder por razones estrictamente profesionales. Fui clásica. Mostrarme: hombres. Distancia de búsqueda: 5 kilómetros. Edad: 30 a 35. Mi foto es la misma que la de Facebook. Y sí, pienso que garpa. No necesito más de 10 segundos para completar mis preferencias y, zaz, lanzarme sin culpa y con ganas a la pileta de chicos disponibles en un radio cercano a mi casa. Listo, lo hice. Ahora un geolocalizador expande sus ondas circulares en la pantalla de mi smartphone y de repente: Julián, 30; Facundo, 32; Tomás, 30; Esteban, 35; y todos sus posibles etcéteras están ahí, para mí, cerca y dispuestos. ¿En serio puede ser tan fácil? Veamos.

Para los distraídos, para los anti mundo virtual y para los casados, Tinder todavía es una novedad. Si querés entenderlo rápido, lo más fácil es que te bajes la aplicación a tu celular. Pero mejor seguí leyendo. Si no te parece divertida podés buscarme en Tinder y castigarme con una cruz. La cosa funciona así: mirás la foto de la gente que la aplicación te propone y das corazón o cruz. Corazón es sí, tal vez. Cruz, nunca jamás. Cuando de los dos lados de la pantalla del celu hubo corazón, se habilita un chat y un mundo de posibilidades que, oh! soltero ansioso, depende de vos.

Es raro. La chica que me propuso hacer esta nota dice que no lo usa, pero jura que todas sus amigas hablan de esto. Hace dos semanas que, abiertamente y adrede, pregunto en cualquier situación social por la aplicación en cuestión: todos la conocen, sí, un amigo les dijo que cambió su vida sexual, saben que para los solteros de más de 40 es casi tema obligado de conversación y parece que se levanta mucho. Pero ¿ellos? No, ellos nunca. Ni la usan ni la usarían, prefieren el levante clásico de bar o ya tienen a su amor esperando en casa. Ay, podría contar cuántas sorpresas me llevé en apenas unos días. Sépalo: Tinder, como cualquier sitio de citas del pasado no tan lejano, es ese lugar adonde todos van pero siempre se los contó un amigo.

Un poco de historia: Tinder fue lanzada en septiembre de 2012 en Estados Unidos y es una app gratuita para Android y iPhone tan pero tan popular en el mercado del amor que, mientras yo le cuento esto, muchos dedos en todo el mundo aprueban o desaprueban parejas. ¿Cuántos? Cinco millones de personas por día ponen cruz o corazón a infinidad de fotos. Además la aplicación no propone cualquiera: tus posibles amores futuros son opciones filtradas según tu perfil en Facebook, o sea según tus gustos, intereses, trabajo, viajes. ¿Da un poco de miedo? Pensá que en la primera cita, al menos, vas a tener tema de conversación.

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Como hablamos de amor y de soledad y de exposición virtual. Como usted después de leer la nota -o mientras- correrá hasta su celular para buscar a su vecino. Y, sobre todo, porque ellos lo piden, los entrevistados son señores con nombre de letra. Pasen y lean.

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Escuché historias de alto voltaje en Tinder que han dejado con los ojos abiertos a mi costado pacato: la tarea de una secretaria de un señor de 60 incluye cambiar las sábanas tras los encuentros sexuales tinderos de su jefe, una mujer soltera mantiene tres relaciones tinderas a la vez. En un bar, una noche, un chico buscó con el GPS de la aplicación a una chica cerca y concretó cita al instante, los hombres/amigos me dicen sin dramas: la usamos para tener sexo.

Pero para el señor J, 56 años, tindero, las cosas no están saliendo tan bien. “Hasta el momento casi todas fueron decepcionantes”, afirma este hombre que de páginas de citas sabe bastante. Qué fue tan malo, pregunto. Y entonces él cuenta de una chica que hablaba y comía al mismo tiempo, que de ocho encuentros uno solo concluyó en relación íntima y, muy divertido, que se encontró con una amiga de la adolescencia en la aplicación y volvieron a retomar el diálogo. Hago cálculos. Los últimos meses del señor J, excepto pagar algunas comidas, no fueron nada mal.

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“Di algo ingenioso!” “Tienes una nueva posibilidad!” “Eres compatible con S!” “Sé educado...¡di algo!” “Tu y H se gustan! La aplicación se encarga de recordarte, todo el tiempo, que podés conocer a alguien ya mismo.

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Tindera de ley, la señorita N tiene éxito en esta aplicación y lo sabe. 22 años, estudiante, platense adoptiva, dice que no lleva bien la cuenta pero sí, serán más de 20 citas en 10 meses. “A mis amigos solteros les súper recomiendo que la bajen, mis amigas con novio me dicen que la elimine porque ahí no voy a encontrar a mi príncipe azul, yo pienso que para matar el tiempo está bueno. Tengo otras amigas que están igual que yo. Chatean y se ven”.

La señorita N está en un gran momento tindero: su última conquista, un bailarín de Showmatch. Chan! “No voy a decir quién”, se ataja. Pero no todas son rosas en el mundo virtual y N puede dar consejos a nosotros, novatos, para no pisar el palito: “La más fea: Llevaba hablando un mes con un chico. Ya lo tenía en face, whats. Le chusmeé la vida, todo. Me dice que nunca había ido al cine y que quería invitarme. Me parece raro, pero digo dale. Resulta que le había contado a todo el mundo que salía con una chica. Fue un horror. Nunca había salido con nadie. Tiene 25!”

Desde entonces, la señorita N ajustó los filtros, pero aún se lleva chascos. Todo iba perfecto con un porteño más grande y muy lindo. Tomaron algo en un bar platense, se rieron mucho y, de repente, un baldazo: el hombre, uf, estaba casado en Brasil. “Con la mayoría de los que me vi seguimos hablando, excepto casos en los que descubrí que tienen esposa, hijos. Soy consciente que es una app donde los hombres piratean mucho, pero sigo pensando que por ahí encontraré un príncipe azul”.

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Un consejo: No mientas en la foto de Tinder. Cualquier chico o chica enseguida querrá conocer tu reino virtual completo: stalkear es fácil y seguro tenés facebook, instagram, twitter, etc. Sí, estamos rodeados.

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“El Tinder posibilita que te lean chicas que quizá en la calle ni te miran. Igual a la larga hay que bancarla con la imagen”, dice el señor G -publicista, 44 años- . Sus compañeros de trabajo afirman que debería tener una placa de honor como miembro fundador de Tinder en La Plata. Es defensor, usuario asiduo y vendedor de los beneficios de estar en el lugar donde no hay que conseguir una cita porque ya estás en ella. El señor G afirma que no recuerda cuántos encuentros tuvo por esta aplicación. Y enseguida: jajaja. Se lo ve feliz como nene con chiche nuevo.

Para G, lo mejor de todo es la adrenalina previa. “Uno adornó a la persona con la que chatea con toda la fantasía del deseo. Está en uno saber qué hacer cuando ve a la persona y cae en la cuenta de que es humana”. Según él, muchas mujeres usan fotos de hace 10 años. En Tinder uno puede elegir qué foto mostrar, obvio. Y, obvio también, los hombres hacen lo mismo. Pero ojo! G también cuenta su sorpresa -y felicidad- con la respuesta que consigue de chicas de 20 a 24. “Es un catálogo humano que a veces tiene premio”, define. Están avisados lectores.

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El yeite de Tinder, te lo cuento al oído, shhh, es pasar rápido rapidísimo a WhatSapp.

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35 años y 10 citas por Tinder. Comerciante importador. El señor A conoció Tinder cuando estaba de vacaciones en Cuba y, ni lento ni perezoso, sacó provecho rápido de la herramienta que hace de esta aplicación la novedad del momento: su geolocalizador. “Había una chica argentina a menos de un kilómetro, en Cuba!, y le di `like`, nos conocimos, hablamos. Me pareció muy loco”. Ya sabe, si se va de vacaciones lleve la aplicación en su celular.

Mr. A todavía da cursos rápidos sobre cómo usar esta novedad entre sus amigos. La frase que siempre le funciona para captar la atención es: “mi vida sexual mejoró mucho”. Él explica: una persona soltera suma a su rutina habitual una herramienta que te permite tener acceso de manera ilimitada en cualquier momento a muchísimas personas solteras. Eso aumenta las posibilidades de un encuentro”. Sus amigos casados abren los ojos como platos: no lo pueden creer. “Estamos en un bar y me piden que lo use para comprobar si funciona o para ver quién sale que conozcamos”. Y, sí, funciona.

En un momento, A se pone serio: “Es muy superficial estar eligiendo a una mina por una foto en la que aparece con su perro, andando en bici o con la torre Eiffel de fondo. Es violento y directo”. Claro, la aplicación está en su auge y cambia, para los usuarios al menos, la forma de las relaciones humanas. Un corazón o una cruz. Te permito que me hables o no. Unos pocos minutos de chat, un par de kilómetros de distancia, y en un rato podemos tomar una cerveza. Tinder es rápido. Pero el señor A también es la prueba de que no importa cómo empiecen las cosas: “Hacemos tantas cosas por celular que por qué no conocer gente por ahí también”. Lo dice él, que sale hace dos meses con una chica que conoció en Tinder, claro.

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-¿Qué fue lo más inesperado que te pasó en Tinder?

-Encontrarte a vos. jajaja.

-...

Yo avisé: Acabo de abrirme un perfil en Tinder por razones estrictamente profesionales.

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