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Un símbolo con usos y significados contrapuestos. El signo principal de los cristianos y la esvástica nazi. La de San Pedro y la llena de odio del Ku Klux Klan
MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE
Una línea vertical atravesada en su parte superior por una línea horizontal de menor extensión. Esa es la cruz básica, la cristiana o cruz latina, hecha de maderos, convertida en símbolo principal del cristianismo y en una metáfora de la paz que buscan los seres humanos.
Pero también existen cruces beligerantes, cruces de muerte, como la esvástica nazi bajo cuyas sombras se perpetró el mayor genocidio de la historia o también la cruz en llamas del odio racista del Ku Klux Klan, nacida al final de la guerra de Secesión en los Estados Unidos.
O símbolos semejantes, pero de amor solidario con la humanidad sufriente, como las de la Cruz Roja internacional. Que tiene tres formas de cruz como signos que la identifican.
La cruz cristiana tuvo subvariantes, como la cruz petrina o de San Pedro, que al momento de ser crucificado pidió que invirtieran la cruz. De modo que el primer Papa de la iglesia fue crucificado cabeza abajo. Y está, entre muchas otras, la cruz que utiliza la cristiandad oriental, principalmente la iglesia ortodoxa, con mucha presencia en Grecia y Rusia. Aquí se usa la cruz de ocho brazos.
Está claro que la crucifixión como sistema de ejecución precede al cristianismo. Se inventó en Persia en los siglos VI-VII a de C. y de allí pasó a Grecia, Cartago y al Imperio Romano. Se trataba de un sistema lento y muy cruel de ejecución de los condenados.
En el caso de Jesús, se convirtió en el principal símbolo del cristianismo y después de su muerte, en los dos siglos posteriores, la cruz fue apareciendo en los hogares cristianos como un objeto de veneración. La palabra “cruz”, como instrumento de ejecución, deriva del griego “staurós” y significa “estaca, estacada, palo vertical, madero”.
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Fue a partir del emperador Constantino (272-337) que el Estado romano le dio sustento legal al símbolo cristiano, cuando ya se hablaba en Roma de los “religiosos de la cruz” para referirse a los creyentes de Jesús, escondidos durante mucho tiempo de hermáticas catacumbas o expuestos a la última luz de coliseos llenos de leones.
Luego habrán venido las millones de cruces cristianas, hechas con diferentes tamaños, metales y formas. Ella puede ser usada en el cuello, sujeta a una cadenita, o estar montada en el vértice de las torres de enormes catedrales y templos.
Se llama “cruz” cuando se muestra vacía del cuerpo de Cristo. Pero si está el cuerpo de Jesús pasa a llamarse “crucifijo”, porque esta palabra significa etimológicamente “un cuerpo fijado a una cruz”. Pero la cruz sin el cuerpo también es valorada en el cristianismo porque expresa la fe en la resurrección y, consiguientemente, en la divinidad de Cristo.
Algunos diseños modernos originaron escándalos mediáticos, como la figura escultórica de Cristo crucificado a un avión jet de combate (un mortífero F-105 estadounidense que combatió en Vietnam), creada por el artista argentino León Ferrari (1920-2013).
Hubo otro caso similar, del que habló la investigadora Sandra L, Nielsen en su nota titulada “El simbolismo de la Cruz en la fuerza de la sangre”, donde alude a otro escándalo artístico en torno al símbolo.
Está claro que la crucifixión como sistema de ejecución precede al cristianismo. Se inventó en Persia en los siglos VI-VII a de C.
Allí cuenta que en fecha reciente, en un museo de North Carolina en los Estados Unidos, el artista fotógrafo Andrés Serrano “mostró una foto de una cruz de plástico sumergida en un jarro de orina. Aunque alegó que era una protesta contra la comercialización de la cristianidad y de las imágenes sagradas, recibió muchas quejas de los ciudadanos enojados con este uso de la cruz”.
Pero otro artista hipermoderno –o moderno intemporal- sorprendió hace pocas décadas a la humanidad con un Cristo crucificado visto desde arriba, sin los clavos ni la corona de espinas a la vista.
Dalí contó que había tenido un sueño, en el que pudo ver la imagen de Cristo sin los suplicios explícitos de la crucifixión y sin dolor. En aquella imagen mística y onírica, sólo quiso retratar desde la altura la belleza metafísica del Cristo-Dios.
Sería imposible reseñar los múltiples diseños y, sobre todo, las diversos significados que buscaron hallar los hombres en ese simple cruce de una línea vertical más extendida con una línea horizontal.
El poeta español León Felipe (1884-1968) escribió en un poema –acaso representativo de un estilo espiritualizado de creencia, que no encuentra olvido: “ Hazme una cruz sencilla,/ carpintero…/ sin añadidos/ ni ornamentos…/ que se vean desnudos/ los maderos,/ desnudos/ y decididamente rectos:/ los brazos en abrazo hacia la tierra,/ el astil disparándose a los cielos./ Que no haya un solo adorno/ que distraiga este gesto:/ este equilibrio humano/ de los dos mandamientos…/ sencilla, sencilla…/ hazme una cruz sencilla, carpintero”.
La retrospectiva del gran artista plástico argentino Ferrari / Web
Los nazis adoptaron cruz esvástica como símbolo para la guerra. Se sabe que los despotismos nunca fueron originales –siempre copiaron y muy mal las ideas de los demás- acaso porque sus obsesiones están centradas en la violencia y en el dominio. De modo que le robaron en forma descarada la esvástica al hinduismo y a otras milenarias religiones orientales.
Ese símbolo, tan denigrado desde Hitler en adelante, había sido adoptado y utilizado pacíficamente por cientos de culturas muy anteriores.
La también llamada cruz gamada fue representante espiritual del hinduismo, el budismo y el jainismo. En muchos países –Nepal, Mongolia, China, Japón- la esvástica presidió durante siglos la entrada de los templos de esas religiones pacifistas y también se las ve en las puertas de comercios y viviendas.
Acaso como una horrible burla, los nazis la usaron en los campos de concentración, en los uniformes militares y de la Gestapo, y la usaron con prepotencia para detener y matar a millones de judíos y a todo al que se opusiera a esa filosofía criminal.
Nada menos que la fabrica Coca Cola también se anticipó a los nazis ya que utilizó en uno de sus anuncios, en 1925, una esvástica que se usaba en la ceremonia de iniciación hindú del llamado “upanayama”, un ritual que representa la entrada en sociedad del niño hindú, para ser considerado desde entonces como un “dvija”, o dos veces nacido.
La historia arqueológica recuperó esvásticas de más de 15 mil años de antigüedad en zonas como ahora la de Ucrania. Se asegura que su significado etimológico deriva del sánscrito “svástika”, que quiere decir “buena suerte”, o “buena fortuna”, o “buen sol” hasta que la inquisición nazi decidió alterar de hecho esos significados pacifistas y benefactores.
Hubo otra cruz belicosa, la Cruz Negra (Schwarzes Kreuz) que fue utilizada por el poderoso ejército prusiano y luego de Alemania desde 1871 hasta la actualidad. Fue diseñada en 1813, cuando Federico Guillermo de Prusia encargó la primera condecoración militar abierta para todos los rangos. Después se hermanó a ella la también temible condecoración Aguila Negra.
Miles de Cruces de Hierro distribuyó la Alemania nazi para premiar a sus héroes de las primera y segunda guerra. Pero la esvástica que flameó sobre más de media Europa invadida, la esvástica en las puertas lóbregas de los campos de concentración, la pintada en los aviones, tanques y otros vehículos de guerra, la que bordaron en sus mangas los criminales de la Gestapo, esa fue la cruz adoptada para matar y no para dar vida.
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